La mujer siempre ha estado infravalorada en la sociedad, siempre se la ha discriminado. El hombre era el símbolo de la fuerza, el poder, la dignidad, etc. Mientras que la mujer era el símbolo de la fragilidad, no tenía ni voz ni voto. Hoy en día las cosas han cambiado gracias a mujeres y hombres que se esforzaron en cambiar esta discriminación y este machismo contra la mujer. Pero aún queda mucho por hacer ya que muchos siguen con la mentalidad errónea de desigualdad de género. Por lo tanto para frenar esto la mujer debe ser ella misma, con toda su identidad y feminidad y luchar por una igualdad, ya que no siempre ha luchado por ello, siempre se ha mantenido al margen o se ha disfrazado de varón para combatir esa desigualdad y ser escuchada. La imagen de la mujer como madre en el hogar es insustituible para los hijos, y no por la realización de ninguna tarea sino sólo el hacerse cargo de la atención necesaria para que estas tareas se cumplan. El hombre no tiene condiciones para cumplir este papel adecuadamente, porque es más racional y no se involucra emocionalmente. Puede realizar cualquier trabajo hogareño, eso si, pero para él será sólo un quehacer doméstico aislado, sin visión de conjunto y sin ningún otro significado. Las mujeres, aún hoy, siguen tratando de elevar su autoestima después de muchas generaciones de sometimiento y desvalorización; y de haber sido consideradas a través de muchos siglos por gran parte de las culturas, como seres inferiores sin ninguno de los derechos del hombre.
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